Las mazorcas oreándose 

Ilka Oliva-Corado

Cada vez que puede, Perfecto le cuenta al que se va encontrando en su camino que desde hace años tiene a su familia en Estados Unidos y que les arregló papeles a todos sus hijos, que hasta nietos le nacieron en El Norte.  Pero la verdad es otra, la realidad de Perfecto es como la de miles de indocumentados, le da vergüenza decir que no tiene documentos y el miedo a la deportación lo hace mentir constantemente sobre su vida en el país. 

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Los sueños de Bertita

Por las mañanas, Bertita y su mamá rajan leña en casas de los vecinos que contratan sus servicios, por lo regular adultos mayores que se quedaron solos porque todos sus hijos se fueron al Norte. Bertita de veinte años se amarra en el perraje a su hija de un año y se la acomoda en la espalda, sus otros dos hijos de cinco y de siete son los que se encargan de acomodar la leña para no dejar las parvas regadas. 

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La sonrisa de Martina

Ilka Oliva-Corado

La primera vez que Arnold le pegó fue en su primera noche durmiendo juntos, Martina se fue huida con él porque su familia la quería mandar a vivir a la casa de su tía Dominga en la capital, para quitarle al haragán que la andaba rondando, así le llamaba su papá a Arnold, “el haragán sin oficio”.  Su mamá que había crecido arreando vacas y torteando para toda la familia y que cuando se casó le tocó el mismo oficio, le dijo que de casarse nada hasta que se graduara de algo que la sacara de andar ordeñando vacas y dándoles de comer a los mozos en la hondonada.

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Fresco de carambola

Ilka Oliva-Corado

En los primeros años, Filomena anotaba en español en una libreta y con un traductor inglés-español traducía la lista para comprar en el supermercado, todo para comida kosher. En su natal Sibaná, El Asintal, Retalhuleu, Guatemala, jamás escuchó de la religión judía y mucho menos de la comida kosher, fue en Chicago en su primer trabajo donde descubrió ese mundo de alimentos y rituales tan extraños. 

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Una ramita de hierbabuena

Ilka Oliva-Corado

A las once y treinta de la mañana, Jacinta sintió el olor de la hierbabuena fresca después de la lluvia y el de unas ramitas de culantro recién cortadas envueltas en una tortilla recién salida del comal, la sensación del jugo de tomate escurriéndose por las comisuras de los labios le hizo extrañar aún más su natal Olopa, Chiquimula, Guatemala y los años de su infancia en los que la familia estaba unida. 

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Turno de madrugada

Ilka Oliva-Corado

Escritora y poetisa. Ilka Oliva Corado nació en Comapa, Jutiapa, Guatemala, el 8 de agosto de 1979. Se graduó de maestra de Educación Física para luego dedicarse al arbitraje profesional de fútbol. Hizo estudios de psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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De sol a sol

Ilka Oliva-Corado

Francisco tiene la suerte de trabajar de lunes a domingo sin importar el clima. Así le cuenta a su mamá en su natal Morazán, El Salvador, cada vez que la llama por teléfono. El trabajo es duro, pero no tan distinto a la jornada en el campo en su país natal, donde creció arando la tierra con una yunta de bueyes. 

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Turno de madrugada 

Ilka Oliva-Corado

Parte el aguacate por la mitad y saca de la bolsa las tortillas que empacó en papel aluminio, le quita la tapadera al recipiente plástico que le queda en la lonchera, ahí tiene frijoles fritos y tres huevos cocidos. Envueltos en una servilleta un puño de sal y un chile jalapeño. En el termo tiene café. Es la hora de la comida. 

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El retorno de Silverio

Ilka Oliva-Corado

Silverio tenía dos años cuando su papá emigró de forma indocumentada hacia Estados Unidos, sus hermanas Bartola y Chucita tenían tres y cuatro. Durante años sólo conocieron su voz cuando él llamaba por teléfono los fines de semana y observaron las únicas dos fotografías que tenía su madre junto a él, ninguna en familia. 

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La luz en la ventana

Ilka Oliva-Corado

Corre la cortina y abre las persianas, los rayos de luz atraviesan el polvo en la habitación, Marcelino vive en un edificio antiguo, descuidado por los dueños que tienen como inquilinos a migrantes latinoamericanos indocumentados, por eso no se preocupan en hacer las reparaciones obligatorias. 

Por más que limpie, el polvo se acumula, como las cucarachas y las hormigas. Marcelino renta un estudio, una habitación pequeña donde tiene una estufa, un refrigerador pequeño y el baño, apenas le queda espacio para moverse. Después de vivir 12 años en un apartamento con 8 migrantes más, se aventuró a rentar un estudio solo. Lo pudo hacer dos años, pero la renta y las obligaciones en su natal Tacaná, San Marcos, Guatemala, se lo impidieron, por eso renta a otros dos migrantes, uno de México y otro de El Salvador♦

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