Los niños cubanos, ¿un objetivo militar?

Por: Juan Hernández Machado, miembro de la Unión de Historiadores de Cuba

Cuando dos países tienen diferencias irreconciliables que no se logran resolver por vías pacíficas, pueden recurrir a la guerra para resolverlas. La historia del mundo está llena de ejemplos de este tipo, y aunque no nos gustan podemos encontrarle cierta lógica a la decisión de quienes optaron por esa opción.

Sin embargo, las acciones irregulares de grupos de personas contra otros o contra países determinados, por cualquiera que sea la razón, no son aceptadas por las personas de buena voluntad, aún cuando tengan posiciones políticas e ideológicas diferentes, pues esas acciones irregulares constituyen lo que conocemos como terrorismo.

Mucho más grave es cuando esas acciones son ejecutadas por un Estado contra otros, como fue el caso de la racista Sudáfrica contra sus vecinos en Angola, Mozambique y Zambia por el apoyo de estos países a los verdaderos representantes del pueblo de Namibia, quienes entonces formaba parte de la Organización Popular para África Sud Occidental (SWAPO por sus siglas en inglés).

Lo mismo sucede con las acciones del Estado de Israel contra los palestinos, o contra el Líbano y Siria, por solo mencionar otros dos ejemplos.

En el caso cubano se encuentran muy bien documentadas las acciones del gobierno de los Estados Unidos (a través de sus agencias de inteligencia, de grupos contrarrevolucionarios o de personas contratadas) dirigidas a tratar de destruir a la revolución cubana.

En todos esos casos el terrorismo asume  un nombre  que lo caracteriza: terrorismo de Estado.

Ninguna acción que se haga bajo esa denominación es  justificable, pero, ¿contra niños de círculo infantil?  

Sí, como lo están leyendo, niños que igual que muchos de ustedes  que nos leen en estos momentos, pasaron sus primeros años de vida en nuestros círculos infantiles o en  instalaciones similares en países donde ya es su pueblo el que realmente manda y decide el rumbo a seguir.

Veamos cuál fue el incidente.

El ocho de mayo de 1980 las trabajadoras del Círculo Infantil Le Van Tam, ubicado en el municipio capitalino de Marianao, estaban  preparando las condiciones alrededor de las cuatro y media de la tarde para darles la comida a los niños.

Ese Círculo, que atendía a niños desde seis meses de nacidos hasta los seis años de edad, tenía ese día 570 infantes,  de ellos 177 internos; además,  se encontraban en el centro 156 trabajadores.

El olor a quemado alertó a los empleados que comenzaron a sacar a los niños del edificio de diez pisos donde se ubicaba el Círculo Infantil de mayor capacidad en Cuba, al detectar el humo que señalaba que había un incendio en la instalación.

A ellos se unieron vecinos del lugar, estudiantes de la Escuela Secundaria Básica José Antonio Aguilera, aledaña al Círculo, bomberos, policías y autoridades del territorio, quienes lograron sacar a todos los niños en cuestión de media hora, utilizando los medios más diversos, desde cargarlos, hasta bajarlos atados con sogas o sábanas y hasta dentro de valijas de correos, ya que en el edificio radicaba también una sucursal de Correos de Cuba.

Las investigaciones posteriores demostraron que el inicio del incendio fue en el teatro de la institución, en el que no había ninguna instalación eléctrica y todos los equipos se encontraban apagados,  según declarara el electricista de la misma  Jesús F. Fernández,  determinando los peritos del Ministerio del Interior que el incendio había sido intencional.

Eran los tiempos en que desde enero de 1980 había asumido la presidencia de Estados Unidos el Sr. Ronald Reagan, quien como actor había participado en filmes sobre el tema del Oeste estadounidense y tal vez pensó que podía gobernar a su país y al mundo al estilo de los “cow boys”, sin leyes ni control.

Al menos, en lo que a Cuba respecta, nada más asumió la presidencia   se reiniciaron las acciones de diferentes tipos, como el secuestro de embarcaciones, entradas forzadas a embajadas en nuestra capital y otras con el objetivo de derrocar a la revolución.

No demoró mucho el día del incendio  para que se personara en el lugar el Comandante en Jefe Fidel Castro, quien se interesó sobre todo por si había algún niño herido o quemado; luego de cerciorarse de que no había ninguno, pasó a conocer las opiniones de trabajadores y especialistas sobre el caso.

El electricista Fernández fue uno de los que pudo conversar ampliamente con su Comandante y al final sus palabras fueron una clara explicación de lo que había ocurrido: “A mí no me cabe dudas de que este incendio fue un sabotaje, calculado fríamente; pero una vez más, frenamos los macabros planes del imperialismo. ¡Qué monstruos!”.

En 1980  fueron capaces de hacer de una acción como esta contra más de 500 inocentes criaturas; luego introdujeron los elementos para causar serias enfermedades en cultivos y animales como el arroz, plátano, caña, los cerdos. Y lo más importante, propiciaron el surgimiento del dengue hemorrágico en nuestro país que cobró la vida también a un grupo importante de niños.

Esos son los “salvadores” de nuestra Patria, los que califican a Cuba de  Estado fallido, los que apoyan la inclusión de nuestro país en un espurio listado de países promotores del terrorismo, los que contribuyen a que más de 200 nuevas medidas coercitivas nos ahoguen económicamente, los que nos intoxican con sus fake news y declaraciones en los medios sociales y otros medios, luego de recibir la mesada que el Tío Sam a través de sus instituciones les ofrece.

Cada cual decide a qué bando apoyar decididamente pero, antes de hacerlo, recuerde a los niños del Le Van Tam.

Enero del 2023.

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BLOG DEL AUTOR: Juan Hernández Machado

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