Hablemos de nuestra historia. De la Carta de Jamaica se pudiera advertir el peligro de regresar el ALCA (V)Eligio Damas

Eligio Damas*

Nota: Para qué sirva de referencia al lector, en esta serie de artículos sobre la historia de Venezuela y particularmente acerca de la Carta de Jamaica, dado que hacemos referencia al proyecto estadounidense del ALCA, pondremos el siguiente texto acerco de que este proyecto significa a manera de recordatorio:
A pesar de la palabrería neoliberal que lo presenta como un virtuoso esquema de integración comercial, el ALCA es mucho más que eso. Es la culminación de un secular proyecto de dominación continental, la realización práctica de las ideas forjadas en 1823 (¡un año antes de la batalla de Ayacucho, que puso fin al proceso emancipador en Sudamérica!) por quien fuera el quinto Presidente de EE UU, James Monroe, y sintetizadas en la doctrina que lleva su nombre. El ALCA es el postrero triunfo del monroísmo, disimulado bajo los mantos engañosos de una simple integración comercial.

El exsecretario de Estado del “gobierno norteamericano, Colin Powell, decía que: «nuestro objetivo es garantizar para las empresas norteamericanas el control de un territorio que se extiende desde el Ártico hasta la Antártica y el libre acceso sin ninguna clase de obstáculo de nuestros productos, servicios, tecnologías y capitales a un mercado único de más de 800 millones de personas, con una renta total superior a los 11 billones de dólares». Atilio Borón
https://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1012-25082004000200003

La figura de Boves, a esta altura vuelve aparecérsenos, es el año 1814, junio, cuando sus tropas derrotan a los patriotas en la primera batalla de La Puerta, quedando el camino abierto hacia Caracas. Bolívar había poco tiempo atrás reinstaurado la segunda república, tomando a Caracas como capital, empeño en el cual perdurará por mucho tiempo y asunto sobre el cual hablaremos más adelante. En este instante Boves constituye el imán que atrae tras de sí los enormes contingentes de los cuales hemos hablado antes en virtud de los rasgos de la confrontación clasista venezolana que se refleja en la guerra y composición de los ejércitos. Este Boves que une a campesinos arruinados, dejados en la indigencia por la república y los esclavos que ansían su liberación y creen ver en él el líder que les conducirá hacia sus fines acariciados, es también la fuerza telúrica que empezará a unir los republicanos y patriotas, por la necesidad de defenderse de aquella fuerza hasta entonces incontenible.

El avance de Boves sobre Caracas, marchando desde los llanos centrales, obliga a Bolívar a mover sus fuerzas y gran parte de la población caraqueña aterrorizada por lo que significaba «el terrible asturiano», hacia oriente en busca de refugio y protección en aquel movimiento que se ha llamado «la emigración a Oriente». Boves destruye las fuerzas republicanas, en «El Salado», en los alrededores de Cumaná, le producirá la primera y única derrota al casi siempre victorioso general Manuel Piar. Aquella masacre produce la dispersión de los patriotas y poco tiempo después la salida de Bolívar a las Antillas, en un periplo durante el cual redactará «La Carta de Jamaica».

Poco tiempo después, diciembre de 1814, lo que apenas son los restos del ejército patriota, comandado por José Félix Ribas, secundado por una gran mayoría de oficiales y soldados del llano y costa oriental, como los hermanos Monagas, Sotillo, José Francisco Bermúdez, Pedro Zaraza, Manuel Cedeño, Francisco Parejo, etc. se enfrentan a José Tomás Boves con los resultados conocidos. Hablamos de la batalla de Urica, donde pese los patriotas resultan derrotados, una columna del llamado “Cuerpo rompe líneas”, penetra hasta el centro del ejército enemigo y un lancero, según se dice Pedro Zaraza, logra ensartar a Boves dándole muerte y origen a unas nuevas circunstancias y alianzas.

Se inicia un nuevo proceso que comienza a acercar a los patriotas de todas las partes del país, a precisar el concepto de patria y el relativo a las responsabilidades de cada uno de ellos dentro de aquel complejo proceso. Pero todavía falta más. Viviremos la experiencia de la dolorosa derrota y pérdida de la Casa Fuerte de Barcelona; también en los alrededores de Aragua de Barcelona, las nuevas discrepancias entre Bolívar y los orientales y la exitosa entrevista entre Manuel Piar y Simón Bolívar. Donde el primero, hace del conocimiento del Libertador que se marcha a la toma de Guayana y éste, olvida su empeño de dirigirse a Caracas y cambia de estrategia.

Mientras esperamos por esos sucesos, se producen nuevas manifestaciones resultantes de las discrepancias no resueltas, como el llamado «Congresillo de Cariaco», nombre que poco gustó a historiadores regionales de oriente como Bernardo Tavera Acosta, reunido en 1817 con la intención de restablecer la república federal de 1811, volvamos al contenido de «La Carta de Jamaica».
Con el replanteamiento contrario al federalismo y en favor del centralismo Bolívar considera aquello, pese a su preocupación e insistencia, como un asunto de menor importancia en el cual no parece querer distraerse demasiado; hay otras cosas más transcendentes para estar en el centro de su interés.
Por eso dice, ya pensando más allá de nuestras fronteras, y pudiendo estar centrado en la idea de la gran nación de Suramérica o la Gran Colombia:
«Los Estados del istmo de Panamá hasta Guatemala formarán quizás una gran asociación. Esta magnífica posición entre los dos grandes mares podrá ser con el tiempo el emporio del universo, sus canales acortarán las distancias del mundo, estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia».

Es obvio que en esta parte Simón Bolívar está hablando de lo que posteriormente sería el canal de Panamá, inaugurado el 15 de julio de 1915; doscientos años después de escritas las anteriores palabras. Sería exagerado decir, como en efecto han dicho algunos, que ese texto implica un avizoramiento por parte de Bolívar de la construcción de esa gran obra de ingeniería con los efectos que ella ha significado. Sería exagerado, porque el Barón de Humboldt con anterioridad habló del asunto y otros osados exploradores habían advertido sobre la posibilidad de abrir un camino, un canal que uniese los dos grandes mares. De hecho, existían caminos terrestres que les unían y hacían posible, en pequeña escala, el transporte de mercancías y personas. Lo importante en esto es que Bolívar, pensando en la unidad de la América Meridional y como aspirante a estar en ese nivel dirigente, haya querido llamar la atención sobre aquella gigantesca y provechosa posibilidad. Quizás nadie lo dijo como él, con el entusiasmo y la fuerza de su palabra.

Pero señala lo que es su proyecto político, mucho más allá de la república unida y centralizada de Venezuela, lo que le convierte en el gran capitán y estratega de la unidad de la América Meridional:
«La Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convencerse en formar una república central, cuya capital sea Maracaibo, o una nueva ciudad, con el nombre de las Casas, en honor a este héroe de la filantropía». «Esta nación se llamaría Colombia, como tributo de justicia y gratitud».
Pero cuando habla de la «Gran Colombia», con la grandeza, agudeza de su enorme talento que mira lejos y quiere llegar al debate con una clara idea por delante, sin dejar las cosas en manos de la improvisación y el calor del mismo, se adelanta a proponer:
«En lugar de un rey, habrá un poder ejecutivo electivo, cuando más vitalicio, y jamás hereditario, si se quiere una república. Una cámara o senado legislativo hereditario, que en las tempestades políticas se interponga entre las olas populares y los rayos del gobierno y un cuerpo legislativo de libre elección».

♦♦♦

*Eligio Damas. Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.  damas.eligio@gmail.com  @elidamas

BLOG DEL AUTOR: Eligio Damas

  Correo: damas.eligio@gmail.com   X: @elidamas

Siguenos en X …@PBolivariana

Deja un comentario