Hablemos de nuestra historia. De la Carta de Jamaica se pudiera advertir el peligro de regresar el ALCA (IV)

Por: Eligio Damas | Miércoles, 12/06/2024

Observe el lector, cuando Bolívar, habló en la Carta de Jamaica, del sistema federal le calificó como «el más perfecto y más capaz de proporcionar la felicidad humana en sociedad», es decir no lo descartó, sólo que lo creyó, con fundamento, «el más opuesto a los intereses de nuestros nacientes estados». Es un juicio determinado por las circunstancias de su tiempo en el espacio venezolano.

Por eso agregó, «Tal era el verdadero estado de la Confederación. Cada provincia se gobernaba independientemente; y a ejemplo de éstas, cada ciudad pretendía iguales facultades alegando la práctica de aquellas, y la teoría de que todos los hombres y todos pueblos gozan de la prerrogativa de instituir a su antojo el gobierno que les acomode».

¿A qué hacía alusión con este juicio?

Esto es fundamental para entender muchas cosas, hasta eso que suelen llamar trivialmente, «las rivalidades entre Bolívar y los jefes orientales» y hasta no sólo aquello del llamado irónicamente «Congresillo de Cariaco» por una historiografía predispuesta, sino hasta el fusilamiento de Piar. Una historiografía, como dijo Bernardo Tavera Acosta, que mientras llama «Campaña Admirable», la gesta de El Libertador de 1813, la de los orientales de unos meses antes, que les lleva al control firme y seguro de la mitad del país, le aplicó el simple, poco generoso y nada resaltante nombre de «Invasión de Chacachacare».

Cuando se creó la Capitanía General de Venezuela, más de 200 años después de haberse iniciado la conquista y colonización, las nacientes provincias se mantuvieron independientes unas de otras. Tanto que mientras la Provincia de Caracas dependía del Virreinato de Santa Fe de Bogotá, Cumaná de Santo Domingo. Entre ellas no había relación de ninguna naturaleza, salvo el colonialismo español, pues ni siquiera podían comerciar unas con otras. Y por eso mismo, las iniciales declaraciones de independencia, se dieron por separado y con sus propias características. Mientras el Cabildo de Caracas, el 19 de abril se mantuvo fiel a Fernando VII, Cumaná y Barcelona, días después se declararon independientes de toda relación con España. Esto explica en buena medida, entre otras manifestaciones, por qué los jefes orientales por algún tiempo, hasta después de 1817, se resistían a reconocer a Bolívar como su líder. Y es absolutamente desacertado e infantil, calificarles de traidores y con otros epítetos igualmente ofensivos. Hay documentos del propio Bolívar, donde al referirse a los ejércitos orientales, usa la expresión «esos países o naciones». Y hasta el asunto relacionado con Piar, está impregnado de esa «rivalidad» derivada del antiguo orden establecido por el colonialismo español en la Capitanía General de Venezuela.

Como hemos dicho, en la «Carta de Jamaica», reitera su oposición al régimen federal y dice en ella, pero con muchos elogios y reconocimientos al mismo:

«No convengo en el sistema federal entre los populares y representativos, por ser demasiado perfecto y exigir virtudes y talentos políticos muy superiores a los nuestros».

Queremos detenernos en este asunto porque tiene mucho que ver con la realidad venezolana de entonces y hasta con la de ahora mismo, cuando el Libertador pone énfasis en aquello que el sistema federal exige «virtudes y talentos políticos muy superiores a los nuestros», razón por la cual se opuso a él en el «Manifiesto de Cartagena» de 1812 y en la «Carta de Jamaica», de 1815.

Cuando el Libertador está Kingston, 1815, aún no ha podido alcanzar la necesaria unidad del movimiento patriota y republicano. Importantes próceres de distintas partes del país, como los de la región oriental, todavía no aceptan su jefatura y menos sus proyectos, ni siquiera su estrategia de Guerra, como mencionaremos más adelante, cuando en 1817 se entrevista con el General Manuel Piar.

Cuando la provincia de Caracas, el 19 de abril de 1810 se declara independiente, días después, no como consecuencia de lo acontece aquí, sino por lo que sucede en España y por el rompimiento de las relaciones comerciales entre esas provincias y la Metrópoli, por ejemplo, Cumaná, Barcelona y Margarita hacen lo mismo. Estas hasta redactan sus constituciones y se declaran «repúblicas independientes y para siempre libres».

Cumaná era entonces un puerto de enorme fluidez e importancia. Según cifras que manejamos y mencionamos en otro trabajo relativo a los hechos del primer semestre de 1810, lo era en muy buena medida. La Cumaná colonial era una economía de puerto; para medir su importancia, bastaría hacer una sencilla comparación del valor de las mercancías que salieron de este puerto a Cádiz y Barcelona de España, entre los años 1793 a 1796, con el valor de las mercancías que salieron por el puerto de Maracaibo hacia Cádiz y la Coruña en el mismo lapso. Mientas Cumaná envió un total de dieciocho millones ochocientos cuarenta y cinco mil trescientos reales de vellón *, Maracaibo exportó diecisiete millones quinientos mil novecientos sesenta y cinco reales de vellón. Era Cumaná pues un centro neurálgico y también un punto de entrada y salida de ideas buenas y malas, de noticias y chismes.

Esta provincia recibía de manera constante y dinámica información de lo que sucedía en España, aún por encima de la censura impuesta por esta a sus colonias, por el estrecho y voluminoso vínculo con Trinidad. Inglaterra, o mejor la prensa inglesa, desde aquella isla, informaba en abundancia lo que acontecía en Europa y en Cumaná se sabía, por los mecanismos del contrabando de mercancías y noticias, mucho de lo que en las otras provincias se ignoraba. No fue cosa de azar que a la ciudad del Manzanares le tocase desempeñar aquel importante rol en la guerra de independencia. Como tampoco el de Ciudad Bolívar y Maturín.

Largos años de existencia colonial llevaban las provincias orientales y la de Caracas sin que entre ellas hubiese relaciones significativas; el sistema colonial les impedía hasta comerciar entre sí. El colonialismo las quiso separadas, provincias distantes unas de otras, precisamente para favorecer el sistema de dominación. Mientras Caracas, dependía del Virreinato de Santa Fe de Bogotá, los orientales dependían de la «Española o la Dominica».

Cuando Bolívar decide después de escrito el «Manifiesto de Cartagena», en 1812, pese haber vivido la experiencia de la primera república, bajo ese régimen federal al cual criticó severamente en el mismo y como lo hará luego en la «Carta de Jamaica», lanzarse a aquella colosal hazaña que se ha llamado «Campaña Admirable», iniciada el 14 de mayo de 1813, meses antes, desde Chacachacare, territorio de Trinidad, los patriotas orientales, al mando del general Santiago Mariño, en enero del mismo año, invaden Venezuela y terminan tomando territorio venezolano hasta Maturín.

Sobre este último asunto quiero enfatizar, como antes lo hizo el importante historiador Bartolomé Tavera Acosta, nacido en Carúpano, como la historia elaborada en Caracas, llama con justicia, «Campaña Admirable», la de 1813 de Bolívar viniendo, de Cúcuta; mientras la de los orientales la llama de manera insignificante «Invasión de Chacachacare», restándole valor a esta hazaña que llevó al control de casi media parte del territorio de la antes Capitanía General de Venezuela y creó las bases sustantivas para los acontecimientos posteriores.

Son dos gestas igualmente importantes, y cuando se midan con equidad los resultados, se sabrá el fundamento de lo que estamos diciendo. Por ahora lo que interesa es que los jefes que invaden por un lado u otro, ni siquiera se reconocen estrictamente como compatriotas, pese a haber vivido la experiencia de la primera república. En muchos casos no se conocen personalmente y por supuesto, los cuerpos dirigentes de ambos no admiten la supremacía de un grupo sobre otro. Y eso era lo más natural y lógico, tomando en cuentas las circunstancias en que Venezuela se aparece al mundo como república.

Hay un documento, de años más tarde de aquellos de 1816 ó 17, promulgado como decreto ley por el Libertador, en el cual se establece castigo severo, contra aquellos soldados del bando patriota, quienes por su propia cuenta se pasasen de un batallón a otro, porque en aquel donde estaba comandaba alguien no nacido o formado en su provincia.

Si volvemos a los juicios emitidos por el propio Bolívar acerca del sistema federal, podremos comprender la magnitud de las dificultades y el natural recelo que un sector abrigaba contra el otro. Detrás de ellos, o por encima de sus espaldas, hay una larga historia de políticas y prácticas económicas que mantuvieron separados, viéndose como distantes, a esos hombres de 1813, 1815 y hasta 1817. De esa misma indiferencia estuvieron impregnados sus ascendientes y a éstos sólo les unía la sujeción a la corona española y el creerse falsamente como una prolongación de España en esta parte del mundo. En los tiempos de la guerra federal, cuatro o cinco décadas después, volverán a aparecer esos sentimientos.

*En el siglo xix, el rey José I de España, mandó acuñar durante su reinado dos sistemas monetarios paralelos basados en el real como unidad monetaria, pero con dos valores diferentes: el real español tradicional y el «real de vellón» (nombre de la aleación de cobre y plata en que estaba acuñado), con una equivalencia de dos y medio (2 1⁄2) reales de vellón por cada real tradicional.

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*Eligio Damas. Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.  damas.eligio@gmail.com  @elidamas

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